El sistema biométrico o "captahuellas" en Venezuela para la venta de alimentos posee un buen fin, pero es un medio complicado debido a la cultura consumista, afirmó el sociólogo y experto en estudios sobre América Latina, el catalán Aníbal Garzón.
Garzón dijo en entrevista a Xinhua que su instalación prevé controlar algunas de las compras de los venezolanos mediante este sistema, "no para limitar el consumo responsable, sino para limpiar el mercado venezolano del contrabando de extracción que arroja perdidas millonarias a la Nación".
El colaborador del semanario boliviano "La Epoca", explicó que los contrabandistas compran un gran número de productos en los centros subvencionados por el Estado, con el fin de venderlos a la población a precios exorbitantes, incluso para exportarlos a Colombia.
"Si no se toma ninguna medida de presión, el encarecimiento de estos productos en el mercado informal hace que muchas familias no los puedan adquirir y, por lo tanto, no se consiga uno de los principios constitucionales de Venezuela como es la seguridad alimentaria".
Agregó que la aplicación del sistema es complicado, pues en Venezuela, desde sus años de la IV República (1830-1999) y al ser un país "rentista petrolero", se generó una cultura muy consumista y al hacerlo "adquieren un mayor estatus en la sociedad".
Garzón aclaró que esta medida de control para combatir el contrabando y garantizar la seguridad alimentaria puede a la vez ser interpretada, por parte de la oposición, como una acción contra la "libertad" de consumo en productos alimenticios.
Dijo que el sistema puede servir de manera temporal mientras se limpia al país del contrabando y se ejecutan otras políticas substitutivas y eficientes, dirigidas no sólo a la seguridad alimentaria, para lo cual Venezuela depende aún de otros países.
Garzón rechazó las críticas de la oposición venezolana, que ha comparado la instalación del sistema como una vía rumbo al comunismo cubano, pues en esa nación aplican una medida similar.
El magíster en Desarrollo Internacional por la Universidad Politécnica de Cataluña destacó que Cuba es el único país de América Latina sin desnutrición infantil, según el informe "Progreso para la Infancia ,un Balance para la Desnutrición" del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
"¿Es una medida dictatorial que todos los niños cubanos estén nutridos y saludables gracias a medidas gubernamentales o una victoria democrática sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio?", cuestionó el sociólogo.
Por lo tanto, la interpretación anticomunista de algunos sectores de la oposición venezolana, como su eje central, más que analizar según datos la validez de una política nacional ven prioritariamente sus intereses de la clase social adinerada.
Así, su percepción individualista política acaba incumpliendo las directrices de los Derechos Humanos, en especial los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, que fueron aprobados por Venezuela en los años 70 del pasado siglo.
Estos derechos dan a un pueblo el reconocimiento a la alimentación, salud, educación, vestimenta, a la cultura, y muchos de ellos ya están más que cumplidos en Cuba, agregó.
"Así que si sigue Venezuela con el esquema de conseguir que el pueblo tenga sus derechos no es inspirarse en el modelo cubano sino en un principio ético internacional como lo es la Carta Internacional de los Derechos Humanos", concluyó Garzón.