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Cascos azules chinos afrontan retos para proteger la paz y estabilidad mundiales

Actualizado a las 02/08/2016 - 08:25
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BEIJING, 1 ago (Xinhua) -- En las profundidades de la selva virgen de la República Democrática del Congo el clima es duro: uno suda sin parar cuando está soleado, acaba cubierto de barro cuando llueve, y puede quedarse sin una capa de piel cuando el sol abrasador vuelve a salir.

Aquí es donde los soldados de mantenimiento de la paz chinos en el país centroafricano llevan a cabo la mayoría de sus misiones.

En la víspera de la Fiesta de Primavera de este año, el 7 de febrero, una sección de la carretera Baraka-Lusenda, en la provincia de Kivu del Sur, al este del país, resultó severamente dañada por un corrimiento de tierras causado por las lluvias torrenciales.

La carretera es el único camino para que la brigada de Kivu del Sur de la Misión de Estabilización en la República Democrática del Congo de las Naciones Unidas (MONUSCO, siglas en inglés) llegue al campamento de refugiados de Lusenda, que alberga a unas 7.500 personas. Fue instalado en junio de 2015 en la boscosa frontera entre Burundi y el citado país.

Los ingenieros chinos tienen mucha habilidad para la reconstrucción de las carreteras dañadas. Sin embargo, la brigada de Kivu del Sur de la MONUSCO dudó sobre si solicitar a los cascos azules chinos que realizasen el trabajo, ya que estaban celebrando la tradicional Fiesta de Primavera, la festividad más importante del año para los chinos.

No obstante, el comandante del 19º destacamento de ingenieros de mantenimiento de la paz para la República Democrática del Congo, Liu Wei, afirmó que aunque se tratase de la Fiesta de la Primavera, los cascos azules chinos "ponen las implementación de las tareas como prioridad de sus agendas y realizarán con éxito su misión".

De hecho, el alcance de los daños en la carretera era mucho mayor del que los soldados pudiesen imaginar. En un lado de la vía había más de 20 metros de escombros apilados; en el otro una zanja de hasta 30 metros de profundidad. La carretera era muy estrecha y en algunas partes solo podía pasar una máquina.

Aún así, nadie se quejó ni quiso abandonar. Después de tres días y dos noches de arduo trabajo, el paso, clave para la vida de los refugiados, fue reabierto.

El personal de la ONU, los funcionarios del gobierno local y los cascos azules de otros países quedaron profundamente conmovidos por el espíritu de los ingenieros chinos.

Guiados por este espíritu de enfrentarse a los desafíos, más de 30.000 cascos azules chinos han trabajado en el extranjero desde que China enviara en abril de 1990 cinco observadores militares a la Organización de Supervisión de la Tregua de la ONU, que monitoriza y da cuenta de las violaciones de los acuerdos de cese al fuego en Oriente Medio.

Actualmente, cerca de 2.500 cascos azules chinos están sirviendo en nueve misiones de mantenimiento de la paz de la ONU.

Los pacificadores chinos han construido o reparado más de 11.000 kilómetros de carreteras y más de 300 puentes, han retirado 9.400 minas o artefactos sin explotar y han atendido a 149.000 pacientes.

La experiencia más dolorosa para los soldados es ver los cuerpos de sus compañeros de armas dentro de ataúdes cubiertos con la bandera nacional china. Ellos vinieron para la paz pero fallecieron por la guerra.

Desde 1990, un total de 13 cascos azules chinos han perdido sus vidas en actos de servicio.

Tras limpiarse las lágrimas después de despedir a sus compañeros muertos, los cascos azules chinos, con su gran profesionalismo, arrojo y compasión, siguen avanzando en su continua demostración de la valentía y la lealtad de las tropas chinas contemporáneas.  

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