XI'AN, China, 11 ene (Xinhua) -- Aldeanos de la provincia de Shaanxi, en el noroeste de China, llevaron a cabo hoy el funeral de Mszusaki Hideko, una huérfana japonesa de guerra quien murió a los 89 años de edad y que pasó la mayor parte de su vida en China.
Mszusaki Hideko murió el 6 de enero en la aldea Leijiadong, localidad de Zhulinguan en el distrito de Danfeng de Shaanxi. Su hijastro y otros aldeanos organizaron el funeral el miércoles, comentó Bai Qiyan, funcionario de la aldea.
Hideko nació en 1929 en Fukuoka, Japón. Era hija única y su padre era pescador, narró Xing Weilin, un funcionario local.
La madre de Hideko murió cuando ella tenía 11 años. Debido a que no quería estar con su madrastra, llegó a China en 1942 con su tía y su tío para vivir en Changchun, capital de la provincia de Jilin, en el nordeste de China.
Hideko adoptó como nombre chino el de Wang Yulan. Después de que el ejército japonés se rindiera en 1945, ella permaneció en China. La mujer se casó en cuatro ocasiones, la última vez con Li Mingtang en 1976 en el distrito Danfeng, dijo Xing.
Wang no tuvo hijos, pero tenía un hijastro.
En 2005, sus familiares en Japón enviaron personas a China para precisar sus documentos. Ella y su esposo viajaron a Japón y permanecieron con su primo.
"Casi no hablaba japonés. Necesitaba de un traductor para hablar con su primo. Nadie sabe por qué no se quedó en su país", comentó Xing.
"Hideko tenía buenas relaciones con otros aldeanos chinos. Ella cocinaba bien, y donde sea que hubiera banquetes en la aldea, ella se ofrecía de voluntaria para ayudar", señaló su vecino, quien se identificó como Li.
Japón lanzó una guerra en China en 1931. Antes de eso, envió a muchos ciudadanos japoneses a la parte nordeste de China. Más de 4.000 niños japoneses fueron dejados en China después de que Japón fue vencido en 1945, la mayoría en las provincias nororientales de Heilongjiang, Jilin y Liaoning, así como en la región autónoma de Mongolia Interior. Los menores quedaron al cuidado de padres chinos adoptivos.
"Hideko solía decirme que ella fue una 'guizi' o demonio japonesa. Ella nunca dañó a nadie y en absoluto fue un demonio, sólo otra víctima de la guerra", comentó Bai.
"De no haber habido guerra, ella pudo haber tenido otra vida. Ahora la sepultamos para que descanse, como hacemos con cualquier otro ciudadano chino", comentó Bai.