El ajolote, conocido como “monstruo marino” y “pez que camina” tiene una fea apariencia, con su cola delgada y larga, y una boca que se curva para mostrar una extraña sonrisa. EFE/Mario Guzmán/ARCHIVO
Minnesota, EE.UU., 26/04/2018 (El Pueblo en Línea) - El ajolote (axolotl), la peculiar salamandra mexicana inmortalizada por el escritor Julio Cortázar en su famoso cuento homónimo, tiene la asombrosa capacidad de regenerar extremidades e incluso la médula espinal si se ha dañado. Y ahora los científicos creen que podría tener la clave para que las personas con parálisis puedan volver a caminar, destaca Yahoo Noticias.
La investigación de la Universidad de Minnesota en Estados Unidos descubrió que una proteína particular llamada c-Fos, que poseen tanto las salamandras como los humanos, es crucial para el proceso de regeneración. Sin embargo, en los seres humanos, la proteína se ve impedida de funcionar por otra familia de proteínas conocidas como Jun, que desencadenan la formación de tejido cicatricial.
Este anfibio puede volver a crecer las extremidades perdidas en solo unas pocas semanas, y algunos incluso pueden desarrollar extremidades adicionales, así como reemplazar sus pulmones y partes de su cerebro si sufre una lesión en la cabeza y sana sin dejar cicatrices.
Cuando un axolotl sufre una lesión de la médula espinal, las células cercanas llamadas gliales comienzan a proliferar rápidamente, reposicionándose para reconstruir las conexiones entre los nervios y reconectar la médula espinal lesionada.
Por el contrario, cuando un ser humano sufre una lesión de la médula espinal, las células gliales forman tejido cicatricial, lo que impide que los nervios se vuelvan a conectar entre sí.
Los científicos tienen la esperanza de que ahora puedan crear un fármaco para desactivar las proteínas Jun, permitiendo que las células gliales vuelvan a crecer la médula espinal, que se extiende desde la base del cerebro a lo largo de la espalda. Si la médula está dañada o lesionada, se produce una pérdida parcial o total de la sensación o el movimiento en las extremidades o los órganos internos debajo de la lesión.
El axolotl es un anfibio que habita entre las chinampas de los lagos y canales de Xochimilco, en el sur de Ciudad de México, su único hábitat natural remanente.
Desde hace unos dos años, científicos del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), realizan una ambiciosa investigación para determinar las aplicaciones medicinales y alimentarias de este animal.
El especialista Arturo Argueta Villamar dijo que ya se usa como recurso nutricional en casos extremos, como el periodo después del parto, así como alimento para niños en estado de desnutrición y ancianos que pierden vigor físico.
Pero la especie está en peligro de extinción debido a la contaminación de los canales, los cambios urbanos en la zona y la introducción de peces para pesca comercial como la carpa, que come huevos del ajolote, y la tilapia, que se alimenta de ajolotes juveniles.
Para salvarlo, los expertos han impulsado el “Refugio chinampa”, un proyecto que pretende restaurar la superficie agrícola de la zona lacustre de Xochimilco.
El proyecto busca “mejorar las condiciones, hacer agricultura tradicional, quitar pesticidas, quitar fertilizantes, generar refugios para ajolotes en donde el refugio sea el hábitat perfecto para que el ajolote sobreviva”, contó a Efe Luis Zambrano, investigador de UNAM.
La relación de los aztecas con el ajolote era muy íntima: era alimento, se aprovechaban sus propiedades curativas y se reconocía su importancia en la naturaleza.
En la mitología náhuatl, el ajolote o “axolotl” es la advocación acuática de Xólotl, dios del ocaso y de los espíritus, hermano mellizo de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
Xólotl no quería sacrificarse para permitir el nacimiento del Quinto Sol, que daría origen a la especie humana; por ello escapó y se escondió, primero transformándose en maíz y luego en maguey. Al ser descubierto se refugió en el agua, donde tomó la forma del ajolote.