Por Gerardo Laborde
MONTEVIDEO, 22 oct (Xinhua) -- La Copa Mundial Femenina de Fútbol Sub 17 de 2018, que tendrá lugar del 13 de noviembre al 1 de diciembre, implica un gran desafío para Uruguay, que vuelve a organizar una copa del mundo después de casi 90 años.
"Es una oportunidad de darle mayor visibilidad a la actividad del fútbol femenino" para que "se naturalice y se vea con buenos ojos", expresó a Xinhua la presidenta del fútbol femenino de la Asociación Uruguaya de Fútbol, Valentina Prego.
En un país con mucha tradición de fútbol (la selección ganó los mundiales de mayores de 1930 y 1950), aún hay quienes se resisten al hecho de que las mujeres compitan.
El fútbol femenino creció en Uruguay en los últimos años en "número" de equipos y "calidad", tanto deportiva como en infraestructura.
La principal meta es que esta sub 17 "tuviera el apoyo que hoy tiene para poder entrenar en el Complejo Celeste (el centro de entrenamiento de las selecciones nacionales) con las mejores condiciones de preparación", evaluó Prego.
UN DESAFIO
Si bien para otros países acostumbrados a organizar grandes eventos deportivos un mundial juvenil con 16 equipos y tres sedes (Montevideo, Colonia, Maldonado) no parece algo complejo, para Uruguay es todo un reto por las condiciones que plantea la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA).
El presidente del Comité Organizador Local, Rafael Fernández, dijo a Xinhua que está "todo encaminado" y sólo falta concluir "algunos temas" en la iluminación del Estadio Charrúa, sede de la competencia en Montevideo.
Fernández se reconoció como un "viejo dirigente del fútbol" acostumbrado a organizar campeonatos, "pero ninguno con las dimensiones y las exigencias que tiene FIFA" en cuanto a seguridad, hotelería e infraestructura.
El objetivo es "mostrar que Uruguay es un país que está capacitado para realizar eventos de gran envergadura y que tenemos la gente para hacerlo".
"Contamos con el apoyo no solamente de las autoridades, sino de toda la gente que ha sido muy generosa", subrayó.
La inversión total del país rondará los seis millones de dólares, en la cual el gobierno desempeña un rol clave.
"Este campeonato se hace porque en su momento el presidente Tabaré Vázquez en 2015 se comprometió a que Uruguay organice este Mundial", recordó Fernández.
"Es el primer campeonato del mundo que se hace desde 1930, es un campeonato del mundo con las obligaciones que tuvo, en su medida, el Mundial de Rusia. Acá cumpliremos con menos nivel pero con una gran garra para que sea todo lo mejor", afirmó.
EL LEGADO
La sexta edición del mundial de esta categoría dejará una infraestructura importante para el fútbol femenino.
Los partidos en Montevideo se disputarán en el Estadio Charrúa, un escenario municipal con una capacidad de 14.000 espectadores ubicado en el Parque Rivera, un pulmón verde de la ciudad.
"El objetivo fue elegir un escenario donde las inversiones realizadas para el evento puedan servir para el futuro y queden de legado para el fútbol femenino", sostuvo Prego.
Hasta el momento el Estadio Charrúa era utilizado como escenario por la Unión de Rugby del Uruguay, que ahora será compartido con el fútbol femenino.
"Nos sentamos en la misma mesa con el rugby para pensar estrategias de mejora del estadio", comentó la dirigente al resaltar la concreción de mejoras integrales al escenario y su entorno.
El Estadio Charrúa contará con iluminación artificial de última generación y césped sintético.
LA ILUSION
"En esta categoría juvenil los resultados no son el principal objetivo. Por supuesto que nos hace ilusión ver logros en los resultados, con goles y resultados favorables, pero no es nuestra mayor preocupación", aclaró Prego.
La selección anfitriona integra el grupo A, que se jugará en Montevideo, al igual que el grupo D.
La República Popular Democrática de Corea, defensora del título obtenido en 2016 en Jordania, jugará en el grupo C en el estadio Profesor Alberto Supicci de Colonia del Sacramento, a 180 kilómetros al este de Montevideo, con una capacidad de 15.000 personas.
En tanto, el grupo B se disputará en el estadio Domingo Burgueño en Maldonado (a 140 kilómetros al noroeste) que tiene un aforo de 23.000 espectadores.
"Las jugadoras son adolescentes de 15-16 años, algunas de 14, adolescentes que viven con mucha expectativa, con mucha alegría y mucha dedicación", recordó Prego.
"Hay que valorar el esfuerzo de estas chicas que desde hace más de un año están asistiendo a las prácticas regularmente con el apoyo de sus familiares", añadió.
Según la dirigente, las adolescentes tienen "la alegría de saber que van a contar con el apoyo de la gente en la cancha, cosa que no es habitual en el fútbol femenino y que esperamos que suceda en este evento".
"El mismo juego, la misma emoción", ese es el eslogan de esta copa del mundo y que busca dejar de lado cualquier diferencia de género en este deporte.
"Creo que así lo viven, viven la misma ilusión que un jugador de fútbol cuando es convocado a un mundial", opinó Prego.
Con la misma emoción, las adolescentes de los cinco continentes irán en busca de sus objetivos, cuando el 13 de noviembre comience a rodar el balón.