Por Javier Ureta y Vera Ríos
MADRID, 17 abr (Xinhua) -- España medirá su madurez democrática en las elecciones generales del próximo 28 de abril, las terceras que se celebrarán desde 2015, síntoma de la inestabilidad política que vive el país en los últimos años.
Las encuestas dibujan un escenario electoral complejo con hasta cinco partidos a nivel nacional con opciones de jugar un papel relevante a la hora de formar gobierno.
Según el cálculo promedio de los sondeos publicados desde que se convocaron los comicios realizado por el medio local El Periódico, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE, centro izquierda) ganaría las elecciones, seguido del Partido Popular (PP, entre centro derecha y derecha), Ciudadanos (centro derecha), Podemos (izquierda) y VOX (ultra derecha).
Sin embargo, ninguna encuesta es capaz de vaticinar con exactitud si las hipotéticas coaliciones entre las fuerzas de izquierda o los pactos de derecha serán capaces de sumar los 176 escaños necesarios, la mitad más uno de los 350 que tiene el Congreso de los Diputados de España, para sacar adelante un Gobierno.
Con este panorama, es seguro decir que estos cinco partidos tendrán que buscar pactos y coaliciones entre ellos para poder gobernar un país que desde el inicio del periodo democrático (1978) se ha caracterizado por un marcado bipartidismo.
"El salto de madurez depende de la respuesta de la clase política. Se han acabado los gobiernos de un solo partido que tienen mayorías absolutas. Habrá que pasar por sistemas de alianzas o grandes coaliciones", explicó en entrevista exclusiva con Xinhua el experto y profesor de la Universidad Europea de Madrid, Pablo Martín de Santa Olalla.
La vicedecana de la Universidad San Pablo CEU de Madrid, Ainhoa Arbizu, conviene la tesis de Martín de Santa Olalla.
"El resultado es una gobernabilidad muy complicada. España necesitará un cambio en su cultura democrática para asimilarse al resto de estados europeos, donde es muy fácil encontrar gobiernos compuestos por diferentes partidos. En los países nórdicos existe la costumbre de invitar a todas las formaciones a formar Ejecutivo para garantizar que existan consensos amplios", comenta Arbizu.
Los expertos consultados destacaron que tras las últimas elecciones, celebradas en junio de 2016, la clase política encontró dificultades para pactar entre PSOE, Podemos, Ciudadanos y PP y temen que el surgimiento de VOX puede complicar aún más posibles pactos tras el 28 de abril.
Este partido de ultra derecha, dirigido por Santiago Abascal y prácticamente desconocido hasta hace un año, jugará un papel importante en este paso por las urnas.
VOX destaca por sus políticas nacionalistas, anti inmigración, anti aborto y anti feministas y se mantiene a rebufo del buen resultado que sacó en las elecciones regionales de Andalucía (sur de Europa) el pasado diciembre, donde consiguió el 10 por ciento de los votos.
Su aparición también se entiende a partir de los casos de corrupción que cercaron al PP y a la tibieza y poca concreción de algunas políticas de Ciudadanos. "VOX ha llegado para quedarse", advierte De Santa Olalla.
Sin embargo, esta fragmentación en tres del espectro político de la centro derecha (Ciudadanos, PP y VOX) también será un factor clave en los comicios.
Las encuestas dibujan que los votantes de izquierda apoyarán principalmente al PSOE y su líder, el actual presidente, Pedro Sánchez, en tanto que prevén que se hunda Podemos, que estuvo cerca de robarle al PSOE el título de partido de izquierdas de referencia en los últimos comicios de 2016.
Además, la amenaza de la "extrema derecha" de la que alertan PSOE y Podemos puede resultar en una movilización masiva del votante de izquierdas para neutralizar el avance de VOX y el giro a la derecha que ha dado el PP de la mano de su nuevo líder, Pablo Casado.
"Ha habido un cambio de paradigma. El votante de izquierda se juntará en torno al PSOE y la derecha se repartirá entre tres opciones, algo que es probable que les perjudique", reflexiona el analista Rafael Barberá.
Otra clave de las elecciones será el papel que jueguen partidos regionales de algunas comunidades autónomas con ambiciones nacionalistas, como el País Vasco (norte) y Cataluña.
Sánchez ya gozó de su apoyo para sacar adelante la moción de censura que le convirtió en presidente el pasado mes de junio, pero no para aprobar los Presupuestos Generales del Estado cuyo fracaso, a la postre, abocó al país a las elecciones.
Las reflexiones de los expertos consultados coinciden en que existen, por lo tanto, tres posibles pactos electorales para formar gobierno que dependerán del resultado que arrojen las urnas: una coalición de izquierdas formada por PSOE, Podemos y partidos regionalistas, una alianza de derechas entre PP, Ciudadanos y VOX y un pacto entre Ciudadanos y PSOE.
Esta última, sin embargo, parece mucho más complicada ya que Albert Rivera, presidente de Ciudadanos, vetó hace un mes un posible pacto con el partido de Sánchez por su vocación de llegar a acuerdos políticos con las formaciones regionalistas nacionalistas.
En clave exterior, existe consenso entre los expertos en que un buen resultado de PSOE, Ciudadanos, PP y en menor medida incluso de Podemos mantendría la postura fuertemente favorable a la Unión Europea de España y alertan del euroescepticismo de VOX.
Por último, otro elemento a tener en cuenta será que estas elecciones generales serán el preámbulo de la triple cita con las urnas que España encara un mes después, el 26 de mayo, cuando se celebrarán a la vez los comicios europeos.
"Aquí entra el factor del llamado voto útil. En las elecciones generales es posible que la sociedad vote a los candidatos de los dos partidos tradicionales (PP y PSOE) pensando en la importancia de estas y en los comicios de mayo se deje llevar más por sus convicciones", dice Arbizu.
Sea como sea, las urnas arrojarán el 28 de abril un resultado complejo en el que los partidos tendrán que definir la madurez democrática de España con su capacidad de llegar a pactos que conformen un gobierno estable que destierre la inestabilidad política en un país que encara sus terceras elecciones generales en cuatro años.
Expertos también opinan que estos comicios pueden significar un punto de inflexión en la política española por varias razones.
En primer lugar, consumarán un relevo generacional. Cualquiera que sea el nuevo presidente, su marca será la post-transición. En consecuencia, previsiblemente, abrirá un tiempo político nuevo.
En segundo lugar, el significado de la elección va más allá de los líderes o de los partidos y del horizonte temporal de los próximos cuatro años, con capacidad para definir el tono general de la política española para una etapa más larga. La disyuntiva entre sosiego y crispación, entre diálogo y tensión, se resume en propuestas bien diferenciadas en bloques ideológicos que manifiestan respuestas disímiles a cuestiones básicas y centrales como el problema territorial (Cataluña), el incremento de la desigualdad, el modelo de sociedad, la llamada memoria histórica, etc.
En tercer lugar, cuando los efectos más severos de la crisis de 2008 inician una lenta superación, el mapa político también puede iniciar una reordenación o corrección postcrisis. Si aquella crisis transformó el bipartidismo de la política española en un escenario a cuatro, con la emergencia de fuerzas como Ciudadanos o Podemos, estas nuevas fuerzas podrían verse convulsionadas en su arraigo electoral no solo por la irrupción de un tercer factor, la extrema derecha representada por Vox, sino por un reposicionamiento del voto a derecha e izquierda que puede ofrecer una nueva radiografía política orientada a una vuelta a la normalidad perdida.
En cuarto lugar, España tiene en estas elecciones la oportunidad de atajar los principales riesgos asociados al populismo o dejarse llevar por la misma espiral que sacude otros países europeos. No cabe esperar, en cualquier caso, mayorías absolutas