BEIJING, 24 may (Xinhua) -- Ciertos políticos estadounidenses han descubierto una nueva excusa para la serie de acciones perjudiciales tomadas por su país contra China: el choque de las civilizaciones.
Dicha etiqueta no es exacta para describir las relaciones actuales entre China y Estados Unidos, ni puede ocultar la naturaleza acosadora y unilateral de la parte estadounidense para estimular las tensiones bilaterales.
Las civilizaciones no están destinadas a confrontar.
Con valores y búsquedas espirituales distintas, cada civilización está arraigada en su propio suelo.
Es absurdo creer que la raza y civilización propias son superiores al resto. Y es catastrófico reconfigurar deliberadamente o incluso reemplazar otras civilizaciones.
La historia ha demostrado repetidamente que cualquier intento de resolver las diferencias entre civilizaciones por medios coercitivos no tendrá éxito, sino que traerá desastres al mundo.
Una de las características que define a la civilización china es la armonía.
Tan temprano como hace más de 2.000 años, Zhang Qian partió de lo que hoy es la ciudad de Xian como enviado imperial. Liderando una delegación de paz, abrió una ruta que unía el este y el oeste, que más tarde se convirtió en la Ruta de la Seda.
Hace más de 600 años, Zheng He dirigió la flota de barcos más grande del mundo de aquel entonces e hizo siete viajes a Occidente, llevando consigo la seda, el té y la porcelana, en lugar de un "choque de civilizaciones".
A través de los intercambios a lo largo de la histórica Ruta de la Seda, antiguas civilizaciones griegas, romanas e indias entraron en China una tras otra y se identificaron con la civilización china.
Buscar la buena voluntad con los vecinos y la armonía con todas las naciones es la forma china de relacionarse con el mundo.
Una razón clave para el rápido desarrollo de China en las últimas décadas es su disposición a abrir sus puertas y participar activamente en el desarrollo mundial.
El llamado "choque de civilizaciones" y la "superioridad o inferioridad de las civilizaciones" están cegados por el orgullo y los prejuicios, y anuncian la hegemonía irrazonable sobre lo ajeno.
Los crecientes desafíos globales que enfrenta la humanidad en la actualidad requieren esfuerzos concertados de los países de todo el mundo.
El hecho es que las civilizaciones interactúan, no chocan entre sí.
En lugar de hostilidad y aislamiento, la cooperación y la coexistencia son las respuestas para hacer frente a los problemas globales.
El olvido de los hechos ha llevado a Estados Unidos por un camino peligroso. Es hora de que la economía más grande del mundo evite la hegemonía y aprecie la sabiduría de "la armonía sin uniformidad".