Por Marcus DiPaola y Xu Jing
CHICAGO, 23 dic (Xinhua) -- Un grupo de jóvenes negros están en la acera en el barrio de West Englewood, en Chicago, y observan como un Crown Victoria con cuatro policías blancos vestidos de paisano dentro se aproxima, reduce la velocidad, de su ventana asoman las cabezas de los agentes y acelera.
Agujeros de bala están diseminados aleatoriamente por las casas de la calle. Un aro de baloncesto roto se balancea con el viento, colgando de un solo tornillo. Las aceras dentadas se encuentran en diversos estados de deterioro y la basura ensucia los solares vacíos que solían albergar viviendas.
Quentin caminaba desde la oficina administrativa de su empresa a la oficina de atención, vistiendo una camiseta de la empresa. De repente, un coche de policía saltó el bordillo delante de él, y un oficial surgió del vehículo. Tras sujetarlo, el policía esposó a Quentin.
Después de mantenerlo sentado en la parte de atrás del vehículo durante media hora, el agente lo liberó y arrancó el coche sin dar una explicación. Esto es la vida en West Englewood.
Para muchos estadounidenses, el asesinato por parte de policías de Eric Garner y Michael Brown desencadenó sentimientos de conmoción e ira. Para este barrio de Chicago, se trata de una tragedia rutinaria, que forma parte de una realidad muy familiar.
La ciudad parece haber abandonado este barrio; los homicidios y los crímenes violentos ocurren con frecuencia. El índice de pobreza en West Englewood es el doble que la media nacional y el desempleo se sitúa en el 34,7 por ciento, cerca de seis veces más que la media del país.
Las estadísticas del Departamento de Policía de Chicago indican un total de 373 homicidios en 2014, más que en cualquier otra ciudad de Estados Unidos, y muchos de ellos sucedieron en South Chicago.
La tensión existe incluso con los residentes mayores. Wayne Flowers es un guardia de seguridad privado que trabaja para una empresa que protege los lugares en construcción. Creció en el West Side de Chicago, pero se mudó a Englewood en 1973.
Flowers admite abiertamente que cuando era joven estuvo involucrado en actividades pandilleras, pero desde entonces ha cambiado su senda.
En su juventud, Flowers fue llevado a una comisaría de policía para ser interrogado, en un intento de "volverlo" en contra de un amigo que había cometido un crimen. En lugar de capitular, Flowers resistió.
El hombre explica que esto enfureció a los agentes de policía, que, según su testimonio, comenzaron a golpearlo, utilizando la guía telefónica como atenuante para evitar que apareciesen magulladuras en su cuerpo, a fin de desactivar una posible queja.
Recientemente, el coche de Flowers fue detenido por conducir en torno a un autobús urbano que se había parado a recoger pasajeros. Después de coger su permiso de conducir y su registro, el agente comprobó el nombre de Flowers y vio sus antecedentes penales. Eso despertó las sospechas del policía sobre Flowers, quien camina con bastón.
"El me preguntó si estaba en una pandilla. Y le dije, tengo 63 años, eso fue cuando era un joven, es obvio que no estoy participando en actividades de padillas en este momento", relató Flowers a Xinhua.
El año 2013 marcó el 50 aniversario de la Gran Marcha sobre Washington y el discurso de "Tengo un sueño" de Martin Luther King Jr. Medio siglo después, la Liga Urbana Nacional todavía pintaba un complicado cuadro para los afroamericanos en su informe sobre el Estado de la América Negra de 2013.
El informe mostraba que en los pasados 50 años la brecha salarial entre los negros y los blancos solo se ha acercado siete puntos, hasta el 60 por ciento; la diferencia de tasa de desempleo solo ha disminuido seis puntos, hasta el 52 por ciento; y al igual que en 1963, la tasa de desempleo aún era de dos negros parados por cada blanco en esa situación, independientemente de la educación, el género, la región del país o el nivel de ingresos.
El estudio también apuntaba que el 10 por ciento de los afroamericanos estaban desempleados en 1963, en comparación con un 12,6 por ciento en 2013. Durante la mayor parte de este tiempo, el desempleo entre los negros se ha mantenido casi en el doble del promedio nacional y del de los americanos blancos.
En la superficie, el asunto de los recientes disturbios en EEUU se trató del asesinato de un joven no armado por un policía local. Pero a un nivel más profundo, reflejó la creciente pobreza y el empeoramiento económico que afectan a las comunidades étnicas en todo el país.
Tameka Lawson es directora de Yo Crezco Chicago (IGC, siglas en inglés), una organización sin ánimo de lucro para proveer un refugio seguro e intergeneracional a los niños y los miembros de comunidades en riesgo.
A través de la agricultura sostenible y programas educativos en nutrición, yoga, y artes, el IGC tiene como objetivo fomentar la creatividad, el bienestar y el empoderamiento tanto a nivel individual como de la comunidad en su conjunto.
Lawson ha sido testigo de las relaciones entre la policía y los miembros de la comunidad. "Los policías automáticamente les hacen un perfil, los vigilan, los tratan como sospechosos o detenidos, y los tratan como si ya estuvieran en el sistema, y esto me duele hasta la médula", explicó.
Como parte de la reacción a los eventos en Ferguson y Staten Island, el IGC celebró una ceremonia de reparación en la semana antes de las Navidades, y espera continuar su trabajo de desarrollar la comunidad de West Englewood.