Beijing, 04/09/2019 (El Pueblo en Línea) - Cada vez es más frecuente encontrar en internet multitud de dietas que prometen conseguir perder peso al tiempo que son completamente seguras para la salud. El problema es que muchas de ellas no cuentan con un respaldo científico, con estudios bien diseñados y pormenorizados que demuestren su utilidad. Un estudio reciente se ha centrado en una de estas dietas de moda para tratar de dilucidar su seguridad mediante un ensayo clínico, destaca RT.
En concreto, los investigadores se han centrado en uno de los tipos más extremos de dieta de ayuno intermitente, que en inglés se denomina Alternate Day Fasting (ADF) y que podríamos traducir como “ayuno interdiario”. Esta práctica consiste en evitar cualquier alimento durante 36 horas, que van seguidas de 12 horas de alimentación sin restricciones.
Como decíamos, para comprobar si esta práctica es segura se ha llevado a cabo un ensayo clínico. Que el estudio haya optado por esta metodología es relevante: se trata del mismo tipo de estudios que se emplean para acreditar la validez de un medicamento. Cuentan tanto con el uso de dobles ciegos como con la figura de un monitor, un auditor independiente con la función de supervisar que no hay manipulación de los datos.
Vamos con una descripción breve del estudio. En primer lugar, se escogieron 60 individuos sanos para participar en el estudio, que duraría cuatro semanas. Al inicio de cada una de las semanas, a cada individuo se le asignaba o bien el ADF o una alimentación ad libitum, es decir, sin restricciones de ningún tipo.
El problema con este diseño es doble. Por una parte, hay que realizar un seguimiento de la salud del tratamiento – un mandato de los ensayos clínicos – y por otra, hay que asegurarse de que los sujetos de estudio no “hacen trampas”, que no se alimentan durante la fase de ayuno.
La solución para ambos factores pasaba por realizar un seguimiento continuo de los índices de glucemia en sangre. De esta manera se controlaban ambos factores permitiendo que los participantes en el estudio seguían con su vida normal, que es otro de los beneficios – y las condiciones – de un ensayo clínico.
Una vez pasadas las cuatro semanas, pudieron observar los datos. Y las conclusiones fueron obvias: no existía riesgo para la salud al realizar un ayuno de este tipo. Se perdía peso – unos tres kilos y medio, de media – manteniendo el estado de salud. Pero con un matiz.
Lo que dejan muy claro en su estudio es que este tipo de dietas no son aptas para todo el mundo.
Partían de haber escogido a sujetos de estudio en buen estado de salud, y con una duración del estudio razonable, de cuatro semanas. Es cierto que complementaron estos datos con un análisis de individuos que llevaban más tiempo practicándolo y que también demuestra su utilidad. Pero no hay que perder de vista que no todo el mundo puede realizarlo. Y que, como cualquier dieta o cambio importante en nuestro modo de vida, mejor bajo el consejo de un especialista y con un seguimiento pormenorizado.